producir papel o le Taillat

Le Taillat es un lago a una hora de Grenoble. En la primavera del 22 fui unas cuantas veces con Adelaida y nuestros amigos del intercambio: Kon, el griego y Emmanuel, el italiano. El agua era fresca y había distintas playas para instalarse a parchar. Cuando íbamos a Le Taillat no había preocupación alguna, ni angustia alguna.  “Perder” el tiempo me hace sentir mal, pero allá no. Allá no estaba perdiendo el tiempo porque estaba creando recuerdos valiosos. Alguna vez mi abuelo me dijo que al final de la vida lo único que uno recuerda son los viajes que hizo. Pero las obligaciones de la vida traen rutinas y todo lo que es repetitivo aburre, y eventualmente reciclar, separar y rasgar el papel para hacer cuadros se sentía como la tarea de un trabajador en una fábrica. La piel se pone dura después de tanto rasgar, las manos se ponen rojas. La práctica además no es ecológica. Cada cuadro requiere tres baldados de agua por color, y a pocos días de presentar los cuadros en la exposición de proyectos finales de arte de la Universidad de los Andes, los embalses de Bogotá están en niveles preocupantemente bajos. Se podría, hipotéticamente, hacer el mismo trabajo con agua lluvia o agua salada. Pero vuelvo y me pregunto, no puede ser completamente ecológico el arte, ni nada. ¿o sí?  


Una nueva edad mundial en la historia de la filosofía 

¿Por qué el ser y no la nada? Enrique Dussel dice que esta pregunta hace parte de núcleos problemáticos universales.[1] Es decir, preguntas que todo ser humano se hace a lo largo de culturas y tradiciones.[2]  De acá salen los mitos y las filosofías: las indias con los upanishads, la china con el I Ching, la griega con los atenienses.[3] Pero tendemos a pensar que la verdadera filosofía es la griega y sus derivados europeos, y tendemos a buscar en la filosofía europea respuestas a los problemas modernos. Dussel se pregunta si las meditaciones en torno al ser del Chandogya Upanishad no son filosofía también. “¿Serían por el contrario Parménides o Heráclito filósofos y no los de la India?”[4]

Dussel invita a adentrarse en universos filosóficos diferentes, a poner en diálogo tradiciones filosóficas distintas[5],  “La taoísta, la confucionista, hinduista, jainista, budista y griega.” A superar el discurso oriente / occidente para incluir al sur de América y a África. [6] Cualquier apuesta por la diversidad es enriquecedora. La división entre mito y filosofía de la que habla Dussel se tiene que desdibujar, la división entre ciencia y arte también.

 

 

 



[1] Enrique Dussel, “Una nueva edad mundial en la historia de la filosofía”, Tabula rasa, no. 11. (Julio/ diciembre 2009): 11

[2] Dussel, “Una nueva edad”, 12

[3] Dussel, “Una nueva edad”, 15

[4] Dussel, “Una nueva edad”, 17

[5] Dussel, “Una nueva edad”, 25

[6] Dussel, “Una nueva edad”, 26